Siempre es un pedacito de cielo poder entrar al taller de Vladislav.
La primera vez que subí a su taller arriba de un clásico granero del campo de Estados Unidos, no podía creer lo que veían mis ojos. Cada vez que voy pienso que es un esbozo de lo que experimentaron los emisarios del Principe de Kiev Vladimir al llegar a Constantinopla y ver las ceremonias que la Iglesia Bizantina había preparado para ellos en la impresionante Santa Sofia. Hecho que influyó tanto en la conversión del pueblo ruso.
Los Andrejev (Olga y Vladislav) me invitaron a pasar un día en su casa despues del comienzo de la exposición en Clinton. “El estilo Prosopon es festejar muchos días, meditar juntos, rezar y compartir -me dijo Vladislav- Esto no puede terminar tan rápido”. Por supuesto que no dudé en subirme al auto y manejar 6 horas hacia mi nuevo destino: Whitney Point.
Alli pasé un día inolvidable: estaban los anfitriones Andrejev, Nikita y su hijo, Melanie Andrejev y su marido, Tatiana y Dmitri Berestov, Alexander Koshekov y Alexander Yershov (ambos maestros de Estonia), Presbytera Donna Smith, y por supuesto mis queridos amigos Lynette y Brandon Hull.
Despues de rezar desayunamos juntos en el comedor de los Andrejev, charlamos hablando de Dios y sus maravillas con una naturalidad enternecedora. Luego subimos al taller y Vladislav nos deleitó con cuentos y explicaciones sobre iconos que había colgados, guardados, en proceso o que le habían regalado. También tuvimos varias horas de “lecture” sobre el icono Hesychia.
Luego almorzamos (a Olga le costó mucho lograr que dejáramos ese pedacito de cielo y bajáramos). Almuerzo donde otra vez se habló de Dios, de sus bendiciones, de lo que nos une como iconógrafos alrededor del mundo… y todo en un clima de brindis y alegría. Cada brindis es una excusa para hacer una meditación que incluye pasajes de la Biblia, hechos vividos juntos, y la meditación que quien brinda saca de estos temas, terminando con un agradecimiento. Una experiencia única!
Despues paseamos por el jardín y pequeño campo que tienen los Andrejev, recorriendo su huerta, capillita y su casa que data del 1800. Jugamos al Croquet y tomamos mate…Sí! mate! les encanta, los rusos lo toman cocido porque en general no saben hacerlo con bombilla. Les enseñe a cebarlo y les conté como es la ceremonia entre amigos en Sudamérica. Fue la novedad del día. Allí quedó mi mate y bombilla para deleite de Vladislav y Olga.
La tarde siguió con más rezos, charlas y críticas a íconos en proceso, de las que por supuesto nos enriquecimos muchísimo. Terminamos el día con unas muy americanas pizzas y cada uno se fue a su hotel . Habré podido dormir esa noche?
mi humilde brindis…