Este icono lo diseñé el año pasado. María Antonia fue beatificada hace un par de años y los argentinos esperan con ansias su canonización.
El Padre Alfredo Sáenz comienza su libro sobre María Antonia de Paz y Figueroa diciendo que “quisiera tener la pluma de algunos de los grandes de la literatura para presentar como corresponde la figura de esta mujer tan extraordinaria, que aún hoy nos asombra con sus hazañas, una mujer de la madeja de Isabel la Católica y de Santa Teresa, gloria de nuestra Patria.”
Lo mismo me sucedió a mí cuando una amiga me sugirió la idea de diseñar y escribir (pintar) un nuevo ícono sobre ella! Imposible sentirse capaz de hacerlo como se merece. Fue releer y meditar su vida para entender que María Antonia de San José es una gran santa y hoy quiere llegar a muchas almas argentinas igual que hace doscientos años. La Divina Providencia nos la vuelve a presentar cuando al igual que a final del siglo XVIII tenemos la oportunidad de hacer historia en nuestra patria. Así que finalmente decidí sumar mi humilde aporte a los esfuerzos de tantos por hacerla conocer.
Ella nos invita a que vivamos en constante crecimiento espiritual. Caminando de la mano de Dios y para Dios, y así llevar a nuestra querida Argentina a que sea nuevamente un país decididamente católico, donde todos sus integrantes vivan en paz, fe y ayudándose para salir adelante trabajando dignamente, valorando y defendiendo la familia, con una caridad bien entendida.
A traves de los ejercicios de San Ignacio se purificó y enalteció la sociedad de esa época produciendo grandes próceres, pidamos a María Antonia de San José que interceda por nosotros y nos vuelva a guiar como pueblo hacia lo mejor que podemos ser.
Para Mayor Gloria de Dios.
Amén.
Breve explicación del ícono:
-En el centro llama la atención el Emmanuel. Su Manuelito es el Dios con Nosotros, el Emmanuel, para quien ella quiere salvar almas. Todo lo que hace es obra Suya y para Su mayor gloria, por eso con su mano llama la atención sobre El en la cruz que llevaba colgada en su pecho.
El gran anhelo de María Antonia fue que Dios llegue a todos, y ella se sabía Su instrumento. Caminó incansable todos los caminos, todas las personas eran almas necesitadas de Dios: ricos y pobres, de las ciudades y de los parajes más remotos. Los convocaba y organizaba para que se ayuden mutuamente a realizar las tandas de ejercicios espirituales. Y siempre su Manuelito era quien daba lo que faltaba para que se logre. “Manuelito nos lo ha de dar”. Su coloquio de amor era constante con El, por eso está en un lugar central de este ícono.
-“quisiera andar hasta donde Dios no fuese conocido”. Infaltable es su báculo, que coincide con el simbolismo iconográfico: ser mensajero. Tan notable fue su carisma de mensajera de la palabra de Dios, fruto del espíritu ignaciano, que no podemos imaginarla sin el báculo. Su vida fue dedicada a recorrer los caminos y tocar las puertas llamando a acercarse a los ejercicios, para gracias a ellos llevar los corazones a Jesús que se hizo hombre para salvarlos.
-Viste la sotana jesuita, de género grueso y sencillo que adoptó desde el momento de su consagración a Dios a los 17años.
-El velo negro de anascote que era de uso común por las mujeres sencillas, modestas. Todavía sin la cofia que vendría después como parte del hábito de las Hijas del Divino Salvador.
-Las puntillas representan su femeneidad tan perfecta, tan maternal. Delicadeza y belleza interior, que todos reconocían y a todos atraía. Siempre amorosa para con los necesitados del amor de Dios.
-El halo hecho en oro, está decorado con una síntesis de las hojas y flores del árbol de ñandubay: Por su pedido expreso de ser enterrada de noche, en silencio y sin cajón ni epitafio hubiera sido imposible reconocer sus restos si no fuera porque sus hijas espirituales le pusieron por señal, a modo de almohada, un grueso leño de ñandubay.